Una huerta para el sur

Si algo enseña una huerta comunitaria, por pequeña que esta pueda ser, y por pequeños que puedan ser quienes labran la tierra, es que ante la aparición inmisericorde de canteras, ladrilleras, ríos y quebradas contaminadas y un impactante botadero difícil de ocultar en el paisaje de Usme; aflora para los hijos del sur un instinto ambientalista que procura por encontrar nuevas formas de relacionarse con la naturaleza, es el caso de esta huerta comunitaria que con cultivo de “rábano”, “lechuga”, “cilantro” y “remolacha” (todos ellos cultivados de manera exitosa a pesar del tamaño del terreno), dan testimonio de la fuerza colectiva con que se puede labrar nuestro destino.